16 Nov
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A principios de 1983 avanzaba la sovietización de Afganistán y Moscú estaba poniendo los cimientos para una permanencia indefinida que respondía a una estrategia gradual. Satisfechos con el grado de control alcanzado hasta ese momento, se buscó la forma de debilitar a los mujahidines atacando sus bases en el interior del país o las zonas controlados por ellos en las ciudades por medio de campañas de bombardeo aéreo. También se llevaron a cabo ofensivas terrestres como en los años anteriores. 


Gracias al apoyo exterior, progresivamente mejor organizado, la resistencia afgana hizo importantes progresos militares tanto en el combate como en la organización. El empleo de armamento más pesado, lanzacohetes de 102 y 122 milímetros y misiles SA-7, permitió a los mujahidines operaciones más ambiciosas, adquiriendo la guerra mayor grado de alternativa. La resistencia practicó la interdicción de las comunicaciones, realizó ataques a las ciudades con lanzacohetes y llevó a cabo ofensivas de pequeña escala; en 1985 los mujahidines llegaron incluso a presentar batalla en términos convencionales por primera vez en la guerra. 

Los soviéticos respondieron con campañas de bombardeo más intensas que tenían por objeto despoblar determinadas áreas donde la resistencia tenía su retaguardia. El número de los refugiados y desplazados creció considerablemente. Al mismo tiempo, como una mejor organización militar de la resistencia también suponía una mayor dependencia de las líneas de comunicaciones que desde el exterior aportaban los recursos de combate, los soviéticos desarrollaron nuevas tácticas con tropas aerotransportadas y de operaciones especiales dirigidas a interceptar la llegada de dichos recursos. No obstante, en 1986 la moral y la disciplina de sus tropas había decaído y a pesar del enorme desgaste que habían sufrido las fuerzas de la resistencia, las perspectivas de éxito ya no eran tan claras como tres años antes. 

En el ámbito internacional tuvieron lugar repetidas rondas de conversaciones en Ginebra, pero el factor más significativo para la evolución del conflicto, tuvo lugar en la Unión Soviética como consecuencia de la llegada al poder de Mijail Gorbachov en marzo de 1985. La guerra de Afganistán lastraba la economía y empezaba a ser un obstáculo para la nueva política exterior de apaciguamiento y apertura que éste iniciaría al año siguiente de su nombramiento como Secretario General del Partido Comunista soviético.

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